La comunicación afectiva en el aula no solo es posible, sino también altamente efectiva.
Bogotá, abril de 2024. – En el bullicio del aula, entre risas y murmullos, se encuentra la profesora que ha capturado la atención y los corazones de sus estudiantes de preescolar, tercero y quinto grado. Con una sonrisa cálida y una energía contagiosa, esta educadora no solo enseña lecciones académicas, sino que también transforma el entorno educativo, con un enfoque único y poderoso: la comunicación afectiva en el aula.
Desde que decidió embarcarse en el curso «Comunicación Afectiva en el Aula», de los cursos gratuitos tutorizados de nuestro programa ProFuturo, esta profesora ha integrado con maestría las enseñanzas en su práctica docente, creando un ambiente de aprendizaje que va más allá de los libros de texto y los tableros. Al romper con la monotonía de las clases tradicionales, ha logrado convertir cada día en una experiencia memorable, donde la empatía, el humor y la complicidad son los ingredientes principales.
Construyendo un aula empática
Nos referimos a la docente Luz Alba Ballesteros, licenciada en Ciencias Sociales y especialista en Gerencia en Informática. Su labor se desarrolla en la Escuela Rural Birmania, en el departamento de Santander, donde se enfrenta al desafío de un aula multigrado, con estudiantes de diferentes niveles.
Su gran motivación para llevar a cabo el curso gratuito fue buscar la manera de que sus estudiantes se sientan seguros y escuchados por su maestra. “En mi labor como docente, pongo en práctica lo aprendido en el curso de ProFuturo, mirando directamente a los ojos a los estudiantes, no los interrumpo cuando ellos me están comunicando algo, muestro empatía con ellos, respondo cada una de sus preguntas, les doy confianza y escucho sus intervenciones”, expone Luz.
Aunque parezca simple, sabemos que mantener el orden y atender de forma individualizada a cada estudiante en un aula de primaria es todo un reto. Por eso, Luz ideó una estrategia para facilitar la comunicación. «Aprovecho el juego como una herramienta para cambiar la rutina y generar un ambiente motivador. Además, saludó afectuosamente y les brindó confianza, siempre manteniendo el respeto y cuidando mi comunicación no verbal, mostrando alegría frente a ellos», añade la docente.
Con la explicación nos compartió un caso concreto que ilustra la implementación de la buena comunicación en el aula y su estrategia.
«Un alumno de quinto grado difundió mentiras sobre una compañera. La niña afectada compartió su disgusto conmigo, lo que me permitió reunirnos en privado. El alumno, confiando en mí, admitió su error y juntos acordamos que se disculparía frente a sus compañeros. Así lo hizo. Ante todos, reconoció su falta y pidió perdón. El aplauso que recibió fue un testimonio de su valentía y sinceridad”, relata Luz.
Una profesora cercana
Su disposición para enseñar y establecer vínculos cercanos le ha permitido adentrarse en la vida personal de sus estudiantes, brindarles apoyo y hacer que anhelen asistir a la escuela. Luz es vista no solo como una maestra, sino como una aliada, una figura cercana que trasciende la típica imagen de la docente regañona y distante. «Si alguno viene con problemas de casa o triste, una sonrisa lo hace olvidar todo», comparte Luz.
Para finalizar, como es costumbre de nuestras historias, le solicitamos a la profesora un mensaje que le daría a sus colegas.
«Tener una comunicación afectiva transforma el ambiente escolar. Los alumnos aprenden mejor, se sienten seguros para preguntar, expresar sus ideas y aceptar sus errores. Además, nos permite conocer sus historias, gustos y realidades familiares, lo que los hace más expresivos y nos acerca más a ellos», concluye Luz con convicción.
En resumen, la experiencia de la profesora Luz Alba Ballesteros demuestra que la comunicación afectiva en el aula no solo es posible, sino también altamente efectiva. Su enfoque ha transformado el ambiente escolar, promoviendo un aprendizaje más significativo y estrechando los lazos entre docentes y alumnos.