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Todos podemos impactar positivamente la vida de alguien más; solo es necesario tomar la decisión.

Bogotá, octubre de 2024. – Al caer la tarde, por las calles de Tunja, una mujer feliz y tranquila contempla la naturaleza, mientras camina hacia su casa. Jenny Natalia Hernández: madre, esposa, trabajadora y voluntaria desde hace más de 12 años, valora las cosas simples de la vida. Ama a su familia y sostiene con firmeza que dar es la mejor forma de recibir.

Jenny sabe de lo que habla. A lo largo de su trayectoria en el voluntariado, ha tenido la oportunidad de interactuar con niños, adolescentes, adultos mayores, personas con discapacidad y madres cabeza de familia, entre otros, brindando apoyo a quienes más lo necesitan.

 

Memorias indelebles

 

“Una de las experiencias más hermosas que he vivido fue participar en las vacaciones solidarias internacionales en Juliaca, Perú, en 2014. Sin duda, mi vida cambió para siempre. Esa experiencia me dejó grandes amigos, la satisfacción del deber cumplido y recuerdos imborrables de las sonrisas, las palabras y los abrazos de los niños a quienes les entregamos un aula y que nos regalaron su corazón por unas semanas”.

Para Jenny, cada experiencia de voluntariado es única y transformadora, pues permite aprender algo nuevo. En su opinión, los voluntarios pasan de ser quienes impactan a convertirse en los impactados por los resultados y las vivencias compartidas. “Mi invitación es a dejarnos tocar el alma por las sonrisas, los ojos brillantes y las lágrimas de quienes se benefician de nuestra labor. No tengamos miedo de dar un poco de nuestro tiempo; la gratitud es nuestra mejor recompensa”.

 

Querer es hacer

 

Profesional en operaciones de campo, Jenny trabaja en la automatización de procesos de la gerencia de operaciones. Se considera una persona comprometida tanto con su trabajo como con la sociedad. Su lema es “Hacer las cosas lo mejor posible, mejorar lo que se pueda y adaptarse a las circunstancias a diario”.

Sin embargo, a pesar de su determinación, no siempre ha sido fácil. Uno de los mayores desafíos ha sido motivar a sus compañeros para que se unan a las actividades de voluntariado. Las ocupaciones, los horarios y las distancias pueden ser complejos y limitantes.

A pesar de esto, Jenny sostiene que cualquier persona puede ser voluntaria; solo se necesita voluntad y decisión. “Todos podemos impactar positivamente la vida de alguien más; solo es necesario tomar la decisión. Estoy agradecida con la Fundación Telefónica Movistar por brindarnos el apoyo necesario para hacer esto posible”.

Al caer la tarde, por las calles de Tunja, una mujer feliz y tranquila se detiene ante una puerta blanca. Jenny Natalia Hernández sonríe al pensar en la cena que compartirá con su esposo e hijos en su comedor de madera. En la casa de esta voluntaria, el menú puede variar, pero la gratitud permanece, al igual que su convicción de que dar es la mejor forma de recibir.

* En el programa de Acción Social y Voluntariado de la Fundación Telefónica Movistar, fomentamos la participación de colaboradores, familiares y amigos como Voluntarios(as) Telefónica para transformar la sociedad. A través de actividades como embellecimiento de espacios, limpieza de playas, lecturas creativas, siembra de árboles, donaciones, creación de videojuegos, alfabetización digital y empaque de mercados, hacemos una diferencia real en las comunidades. ¡Juntos, construimos un mundo más humano y solidario!

Jenny Natalia Hernández: sonrisas que tocan el alma
Jenny Natalia Hernández: sonrisas que tocan el alma